MUJERES Y ABOGADAS
I. Introducción
A lo largo de la
Historia de la Literatura, las mujeres escritoras han sido invisibilizadas por
las sociedades. Ocultas bajo seudónimos masculinos, rechazadas y desterradas de
la escena pública, las obras literarias escritas por mujeres brillan por su
ausencia en los libros de texto del currículo académico escolar.
En el mundo del
derecho se han ido abriendo camino las pocas mujeres que empezaron a ejercer
como abogadas en un mundo de hombres. Miradas extrañas son las que notaban
cuando acudían a los Tribunales las primeras mujeres que pudieron ponerse la
toga y defender a sus clientes en una sala judicial. Creo que la andadura ha
sido costosa y que algunas de las primeras mujeres abogadas no son (re)
conocidas todavía. De hecho, hasta hace pocos años los Colegios de la Abogacía
se llamaban “Colegios de Abogados”. Recuerdo perfectamente a mi tía
autodenominarse “abogado” cuando alguien le preguntaba por su profesión.
Las cosas han cambiado para bien, y recordemos que <<lo que no se
nombra, no existe>>. Como planteó Simone de Beauvoir en el Segundo
Sexo “no se nace mujer, se llega a serlo”.
A lo largo del
texto de van a destacar en negrita los nombres de las mujeres, con la finalidad
de visibilizar y destacar a las autoras, escritoras, poetas, abogadas,
políticas, doctoras, artistas, políticas, guionistas, etc.
La temática
principal en la literatura de la Antigua Grecia era el amor de las diosas hacia
su amado, como Safo escribía sobre Afrodita en sus poemas. Recordamos la
representación de la mujer en los cantos de sirena que atraían a Ulises,
mientras su esposa Penélope queda a la espera de su regreso siendo
pretendida por otros hombres y guardando fidelidad a su esposo durante la larga
espera, en la que decide no desposarse hasta que termine de coser un telar (que
a su vez desteje por las noches), descrito por Homero en el siglo VIII a.C en
su obra “La Odisea”. Ellas aparecen como personajes que embaucan al
hombre hacia el mal (Eva como pecadora en la Biblia) o perfiles de monjas
de clausura entregadas a la ley divina.
En la esfera
pública los conocidos “cuentos de viejas” eran contados por las abuelas
o tías solteras, que han pasado generación tras generación en narraciones o
cuentos orales, o como nanas para dormir a los bebés, por ejemplo, <<el
hombre del saco>> o <<Hansel y Gretel>>. Las “Storytelling”
son emanadas por figuras femeninas que contaban fábulas con cierta moraleja
para enseñar comportamientos y tradiciones socio-culturales a sus
descendientes.
Las pocas
escritoras del siglo XVII eran mujeres pudientes por su estatus social,
privilegiadas que habían accedido a ciertos estudios y que tenían cultura
general de la época. Leonor de la Cueva y Silva nos dejó obras de amor
cortés en voz masculina, así como la pasional Violante do Céu, las
mujeres empezaban a destacar en un mundo liderado por hombres. En el Quijote la
figura femenina también tiene un papel secundario sin relevancia. En 1597
Shakespeare escribió “Romeo y Julieta”, obra que representa el drama del
amor romántico en toda su plenitud.
En 1929 Virginia Wolf escribió “Una habitación propia”, detallando la situación de las literarias en la Universidad, el difícil acceso a becas, estudios, investigaciones, etc. Escritoras, artistas, escultoras o pintoras que sobrevivían de su profesión a cambio de alguna limosna. Recordemos a Marie Curie como premio Nobel de Física en 1903 o las famosas novelas de Agatha Christie. El papel secundario de las mujeres, ausentes en los libros de texto, son conocidas posteriormente sin haber disfrutado en vida de sus éxitos y logros profesionales.
II.
Mujeres
en la Cultura española
En España, Emilia Pardo Bazán fue
de las primeras en defender el acceso a la educación en condiciones de igualdad
con los hombres en España. Concepción Arenal, en 1849, se disfrazó de
hombre para acudir a las clases de Derecho en la Universidad de Madrid y
escribió “La Educación de la Mujer”, donde cita:
<< Es un error grave
inculcar a la mujer que su misión única es la de esposa y madre […]. Lo primero
que necesita una mujer es afirmar su personalidad, independientemente de su
estado, y persuadirse de que, soltera, casada o viuda, tiene derechos que
cumplir, derechos que reclamar, dignidad […]>>.
El 8 de marzo de
1910 una Real Orden concede a las mujeres el derecho a matricularse en estudios
superiores, y empiezan a opositar a profesoras las licenciadas en Filosofía y
Letras. En 1915 se crea la Residencia de Señoritas en Madrid, impulsada su
creación por María de Maeztu.
En 1972 María
Elena Maseras Ribera fue la primera mujer en matricularse en la facultad de
Medicina de Barcelona, seguida de Dolores Aleu Riera.
En nuestro país
destacó la Generación del 27 con conocidos poetas como Rafael Alberti, Luis de
Góngora, Federico García Lorca o Gerardo Diego de la vanguardia literaria del
Siglo de Oro. Su influencia se ve reflejada en todos los libros de Literatura
por la explosión artística y cultural de la época. Pero fueron menos conocidas las
mujeres de esa generación, las conocidas como las “Sinsombrero”, que
formaron un grupo de mujeres creadoras que coincidieron en la Escuela oficial
de pintura, escultura y grabado de San Fernando. Entre ellas destaca la pintora
Maruja Mallo, la filósofa María Zambrano, la poeta y novelista Josefina
de la Torre Millares, la escultora Marga Gil Röesset y su hermana,
la editora Consuelo Gil Röesset. Revolucionarias, modernas y reconocidas
por sus colegas de profesión, ellas decidieron pasear por la Puerta del Sol sin
sombrero como muestra de reivindicación de la falta de reconocimiento de los
derechos de las mujeres en la vida pública. Aquello fue visto como una falta de
moral, revelarse a las tradiciones de la época y al decoro de la mujer en plena
plaza mayor (Madrid).
Destacaron por
sus ideas liberales y progresistas en el mundo de la política, el arte, la
ciencia y la literatura. Algunos manuscritos reflejan la reacción de protesta
ante la situación de inferioridad con respecto a los varones:
<<
¿Por qué no podemos ser nosotras, sencillamente sin más? No tener nombre, ni
tierra, no ser de nada ni de nadie, ser nuestras, como son blancos los poemas o
azules los lirios>>.
Carta de Ernestina de Chapourcín
a Carmen Ponce.
2 agosto de 1928
<<Solo
quizá por la limitación sea uno capaz de saberse libre. En cambio, hay por otra
parte situaciones excluyentes, como saberse en pecado o saberse en gracia […]
No puedo sentirme noble y vil a un tiempo, pero sí libre y atada>>.
María Zambrano, 27 de julio de 1935.
Pero
el voto femenino no llegó a España hasta 1931 gracias a las políticas Clara
Campoamor y Victoria Kent. Cuatro años antes de que Simone de Beauvoir
escribiera su ensayo “El segundo sexo” (1939), en Francia ya se había
aprobado el voto femenino. Simone de Beauvoir, plasma en su obra la falta de
libertad femenina. Safo, Chistine de Pisan, Mary Wollstonecraft, Olympe de
Gouges fueron algunas de las que protestaron por cambiar la situación que
vivían a través de sus obras literarias. De acuerdo con ella, he de reconocer
la valentía de una escritora adelantada a su tiempo en un mundo masculinizado.
La británica Virginia Woolf en época victoriana, cabeza visible del
Grupo de Bloomsbury, en 1928 cita: << Una mujer necesita dinero y una
habitación propia para poder dedicarse a la literatura>>.
El ensayo de Simone de Beauvoir, El segundo sexo (1949),
critica la relación de inferioridad de las mujeres, en círculos donde los
hombres tenían los poderes y donde ellas tenían dificultades, obstáculos
continuos que encontraba por contraposición a los hombres. La degradación de la
mujer y la opresión que vivía le impedía desarrollar sus proyectos y, en
definitiva, vivir en libertad (la farsa de la maternidad, la farsa de la
familia patriarcal y la educación diferenciada entre niños y niñas). Todo ello,
manifiesta las barreras que impedían a las mujeres progresar en libertad. Betty
Friedan en 1963 escribió “La mística de la feminidad” condenando a
las mujeres americanas a las labores domésticas y de cuidados tras la guerra. Y
en 1969 Kate Millet escribió “Política sexual” volviendo a la
idea de dominación del sistema patriarcal.
La condición
femenina nunca ha sido un privilegio, la mujer no ha tenido un papel principal
a lo largo de la Historia. Pero hemos de recordar a muchas de ellas por sus
aportaciones a la vida pública: literarias, pedagógicas, filosóficas, legislativas,
científicas, políticas y artísticas.
Como se citó a Virginia Woolf
anteriormente, recordemos que ella protestó en sus obras sobre la situación de
las académicas, las mujeres que accedían a la Universidad eran pocas y se
encontraban marginadas por los estándares sociales de la época. Las normas
sociales, usos y costumbres, no permitían a las mujeres acceder a los estudios
superiores. Pocas fueron las profesionales que accedieron a las Universidades
públicas y llegaron a terminar sus estudios en un mundo masculino. Con algunos
ejemplos veremos cómo para estas mujeres no iba a ser un camino de rosas, sino
más bien espinado.
Al finalizar sus estudios e incorporarse a la vida laboral, sufrieron diversas barreras sociales y presenciaron comportamientos machistas por parte de sus compañeros de profesión contra ellas. La invisibilización de los logros de las mujeres ha sido una constante a lo largo de la historia, tal como veremos en los casos siguientes.
III.
Mujeres en
el Mundo del Derecho
En
nuestro país la primera mujer conocida en el mundo legal fue la gallega Concepción
Arenal. Desde 1842 a 1845 asistió a la Universidad de Derecho como oyente
en las aulas (dicen que iba vestida o disfrazada de hombre), pero no pudo
licenciarse en Derecho, puesto que en ese momento histórico los estudios
superiores estaban reservados exclusivamente a los varones.
El
sufragio universal femenino en España se lo debemos a Clara Campoamor y
a Victoria Kent. Ambas fueron referentes en la lucha por la igualdad, en
un debate parlamentario que tuvo lugar en 1931 por la aprobación del voto para
las mujeres españolas. En la profesión de Abogacía encontramos figuras
destacadas en España, como Victoria Kent o Clara Campoamor, aunque la primera
abogada en España fue la valenciana María Ascensión Chirivella.
La profesión de la abogacía también lleva una tradición masculina muy potente que impidió a las abogadas ejercer en los Tribunales. A continuación, se analizarán las biografías de cuatro abogadas conocidas, similitudes y sus circunstancias profesionales que las situaron en situación de desigualdad en sus distintos países y en distintas épocas. Las cuatro abogadas pioneras que vamos a estudiar, han sido elegidas por su repercusión pública, sus aportaciones al campo del Derecho y por haber sido víctimas de discriminación por la sociedad patriarcal del momento. Ellas son la italiana Lidia Pöet (1855-1949), la española María Ascensión Chirivella (1894- 1980) y Mercedes Formica (1913- 2002) y la americana Ruth Bader Ginsburg (1933- 2020). Vamos discernir cómo ellas, aunque vivieron en diferentes épocas, sufrieron situaciones de inferioridad y discriminación por razón de género.
IV.
Lidia Poët (Italia)
Lidia Pöet nació en Traversella, una aldea de la provincia de Turín cercana a los Alpes italianos, el 26 de agosto de 1855. La situación familiar la sitúa en una posición de estatus social adinerada, con lo que tuvo las oportunidades para poder estudiar primero en un colegio de señoritas de Bonneville (Suiza) y después en la escuela de secundaria Giovanni Battista Beccaria (Mondovi), donde obtuvo el título de maestra de inglés, alemán y francés. Pero sus aspiraciones eran llegar a ser “abogado” como su hermano Giovanni Enrico. Así se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Turín. Estudió la carrera y presentó su tesis sobre <<la condición de la mujer en la sociedad y el derecho al voto femenino>>. Se graduó en 1881, continuó su formación como becaria en el despacho del abogado y senador Cesare Bertea, asistiendo a la práctica judicial y forense. Tras aprobar los exámenes habilitantes para el ejercicio de la profesión de letrada de los Tribunales, solicitó el acceso a la Orden de Abogados y Fiscales de Turín. En ese momento, cayó un aluvión de críticas por parte de otros compañeros abogados, tuvo detractores como Federico Spantigati y Desiderato Chiaves por el mero hecho de que una mujer ingresara en la Orden de Abogados.
Afortunadamente, Saverio Francesco
Vegezzi, el presidente, y Carlo Giordana, Tommaso Villa, Franco Bruno, Ernesto
Pasquali, otros cuatro concejales, apostaron por que la joven se uniera a
ellos, argumentando que “según las leyes civiles italianas, las mujeres son
ciudadanas como los hombres”. Así, el 9 de agosto de 1883, Lidia
Poët se inscribió en el Colegio de Abogados, convirtiéndose en la
primera abogada de Italia.
Recorte del periódico Corriere della Sera del 4 diciembre 1883.
Ante la polémica suscitada, la Oficina del Fiscal General recurrió ante el
Tribunal de Apelación de Turín, argumentando que el ejercicio profesional de la
profesión de abogado era un cargo público. Ante un vacío legal que la amparara,
el 11 de noviembre de 1883el Tribunal de Apelación la inhabilitó. La abogada apeló
al Tribunal de Casación de Turín, pero no obtuvo protección a su favor. Pero
continuó en el despacho de su hermano ejerciendo su profesión, y se inició un
debate público en toda Italia a favor de ella. Ella defendía causas de menores,
mujeres, familias y personas vulnerables, además de apoyar el sufragio
femenino. Se unió al Consejo Nacional de Mujeres Italianas en 1903,
implicándose en la lucha de la igualdad.
El 17 de julio de 1919, al final de
la Primera Guerra Mundial, la promulgación de la Ley número 1.176 permitió a
las mujeres acceder a los cargos públicos (excepto
en el poder judicial, en los cargos militares y en la política).
Finalmente, a los 65 años Lidia Pöet consiguió ingresar oficialmente en la Orden de Abogados y Fiscales de Turín, abriendo el camino a otras abogadas y fiscales posteriores.
V.
María Ascensión Chirivella (Valencia)
María Ascensión Chirivella, fue la primera española que se licenció en
Derecho y que se colegió como abogada en enero de 1922. Nació en València el 28
de enero de 1893. Hija del procurador Manuel Chirivella y de Ascensión Marín,
una mujer de fuerte carácter que, como cuenta la profesora de Historia del
Derecho de la Universitat de València (UV), Pilar Hernando, habría “inspirado a
su hija en que tenía que hacer lo que quisiera”. Chirivella se convirtió ya en
la primera licenciada en Filosofía y Letras de la UV con 22 años, en 1915. Tres
años después, se lanzó a estudiar Derecho, de lo que se licenciaría en 1921 e
ingresaría en el Colegio de Abogados el 12 de enero de 1922.
Ella se autodescribió con la frase: “Mi madre siempre
decía que vivir es como viajar en un barco, cada cual es libre de coger el
timón o de dejarse arrastrar por las olas. Yo elegí el timón”. Nos damos
cuenta de lo decidida que fue en su carrera profesional y personal.
El
sufragio femenino logrado en Reino Unido en 1918 creó un caldo de cultivo que
“inspiró a algunas mujeres españolas para pedir una cierta igualdad y acceso a
la educación universitaria”. A partir de 1910 pueden entrar las mujeres en la
Universidad en carreras como Medicina, Filosofía y letras, Educación o
Pedagogía.
Decidió estudiar en la recién creada Universidad de Murcia (nació en 1915),
y acabó el último año en Valencia. Pero no iba a las clases, estudiaba por
libre y luego se examinaba. Se tenía que examinar aparte, no en la misma aula
que sus compañeros hombres. En 1922 fue cuando María Ascensión Chirivella se
colegia como “abogado”. Al contrario que Lidia Poët, el Colegio de Abogados no
puso ninguna traba. Pero sí sufrió situaciones incómodas de risitas y susurros
entre sus compañeros.
Cuando empieza a ejercer como abogada, Chirivella se incorpora al despacho
de su padre. Dejaría el trabajo en 1927, un año después de casarse con el
también abogado y político Álvaro Pascual-Leone Forner, de Vinaròs. Era miembro
del Partido de Unión Republicana Autonomista (PURA) de Vicente Blasco Ibáñez,
“que en ese momento era el factótum de València”, y de cuya familia era muy
amiga la de Chirivella. Ella, aunque dejó de ejercer la profesión, mantuvo un
activismo político relevante. En diciembre de 1935 fue invitada por el Colegio
de Abogados a dar un aplaudido discurso en el paraninfo de la Universidad
Literaria de Valencia, donde dijo: “No traigo a esta tribuna más mérito que
el de haber abierto las puertas de la abogacía a la mujer española, por ser la
primera que en España ejerció la profesión”.
Otra
abogada española que no quiero pasar por alto, aunque posterior a María
Ascensión Chirivella, fue poco (re)conocida en España, la abogada Mercedes Formica (1913-2002),
escritora gaditana y abogada ejerciente en Madrid, fue defensora de los
derechos de las mujeres e impulsora de la reforma del Código Civil en el año
1958. En sus inicios como letrada, se produjo el apuñalamiento de Dña.
Antonia Pernia Obrado, a manos de su marido, del que intentó separarse en
varias ocasiones. Como defensora de mujeres en situación de discriminación,
vulnerabilidad y desigualdad con respecto a los hombres, decidió luchar por la
modificación del Código Civil.
Lo que hoy conocemos como domicilio conyugal, en aquel
momento se consideraba el domicilio marital (del marido), propiedad del hombre.
En casos de separación, la mujer debía abandonar su residencia y a sus hijos.
Durante cinco años Mercedes Formica reivindicó la igualdad matrimonial y logró
la reforma del Código Civil para equiparar derechos en el
matrimonio. La reforma del Código Civil en lo que afecta al régimen
del matrimonio se estableció en la Ley de 24 de abril de 1958, consagraba
un mayor respeto a la libertad de contraer matrimonio, mejoraba la situación
jurídica del adoptado y liberaba a la mujer de limitaciones en su capacidad.
Formica consiguió cambiar un total de 66 artículos del Código Civil. Esta
tímida reforma, conocida como "la re-formica", en honor a
Mercedes Formica, incorporó la supresión de la pérdida de la patria potestad a
mujeres que contrajeran segundas nupcias, permitió que la mujer fuera testigo
en los testamentos y tutora; y finalmente, limitó el poder del marido para la
administración y disposición sobre los bienes gananciales. Los derechos de las
mujeres empezaban a verse reflejados en la legislación española.
VI.
En Estados
Unidos la famosa abogada, y posteriormente jueza, Ruth Bader Ginsburg nació en el barrio de Flatbush en
Brooklyn, Nueva York, en 1933. Mujer pionera en leyes de igualdad de género y
feminista conocida a nivel internacional. Empezó sus estudios en la Universidad
de Cornell, pero antes de finalizar, formó una familia y tuvo que dejar
temporalmente sus estudios de Derecho para criar a su primer hijo. Volvió a la
Universidad de Harvard con el propósito de graduarse en 1954, fue cuando abordó
los desafíos de la maternidad junto a los desafíos profesionales. Fueron 9
mujeres junto en una clase de 500 alumnos donde ella se enfrentó a los retos
del machismo. Por trabajo de su esposo, se trasladaron a Nueva York y
finalmente se graduó como primera de su clase en la Universidad de Columbia Law
en 1959.
Su
excelente currículo académico no la libró de tener que enfrentarse a la vida
laboral, donde vivió situaciones de discriminación de género por ser mujer en
1960. Buscó trabajo en despachos privados sin éxito, hasta que el juez Edmund
L. Palmieri la contrató de secretaria durante dos años. Algunas ofertas
laborales le ofrecían menos salario que a sus compañeros abogados. Finalmente
decidió dedicarse a procedimientos civiles, y empezó a dar clases en la
Universidad de Columbia. Dirigió el Proyecto de Derechos de la Mujer de la
Unión Estadounidense de Libertades Civiles durante la década de 1970, donde
lideró la lucha contra la discriminación de género y defendió hasta seis casos
ante la Corte Suprema de los Estados Unidos de América. Fue fiel defensora de
los derechos civiles de hombres y mujeres. Llegó a jueza y en 1996 sostuvo su
opinión en el caso de que las mujeres fueran admitidas en el Instituto Militar
de Virginia. Su trabajo es reconocido por su persistencia, incansable lucha por
la igualdad de oportunidades y por atacar al sistema dejando ver las grietas de
discriminación de género y las violaciones de derechos de las mujeres
existentes en su país. Logró modificar leyes laborales discriminatorias hacia
las mujeres con su incansable trabajo.
La primera mujer que sirvió en una instancia judicial inferior (la Corte de Apelaciones de Estados Unidos) fue Shirley Hufstedler de California, y la sucesora de Bader hoy es la jueza Sandra Day O`Connor de la Corte Suprema.
VII.
Conclusiones
A continuación,
vamos a revisar
si encontramos similitudes entre las vidas de Lidia Poët, Maria Ascensión
Chirivella, Mercedes Formica y Ruth Bader.
Las cuatro abogadas lucharon por los
derechos de las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres, desde su
posición profesional, vivieron en sus propias carnes discriminaciones por ser
mujeres en un mundo de hombres como es el jurídico, se mantuvieron firmes en
sus convicciones para continuar su labor, aunque se encontraron con muchas
zancadillas en el camino y han sido referentes para otras abogadas que las
siguieron.
Debemos
preguntarnos si las juristas han estado situadas al margen de las altas esferas
del Derecho, así como lo han estado las mujeres de la Cultura y la Sociedad en
diferentes etapas históricas.
Algunas fueron apartadas del
ejercicio de sus profesiones, como Lidia Poët. Todas ellas fueron poco
valoradas por la sociedad, no fueron reconocidas ni premiadas por sus éxitos.
Todas ellas saben lo que es sentirse inferior en un espacio “propio” de
hombres, donde las mujeres se abrían camino y empezaban a luchar por sus
profesiones. “Lo femenino” ya no es tanto el hogar, la maternidad o los
cuidados; sino que estas mujeres nos demostraron que nosotras también teníamos
que estar presentes en la esfera pública y nadie mejor para defender los
derechos de las mujeres que las mismas abogadas que conocían las circunstancias
que rodeaban a las mujeres.
Cuando comparo
mujeres europeas y americanas, otra curiosidad que suelo plantearme sobre los
apellidos de las mujeres es el mantenimiento que hacemos en países europeos del
apellido paterno delante del materno, no ha cambiado en siglos de tradición. Y
si nos fijamos en las americanas, ellas cambian su apellido cuando se casan y
adoptan el apellido de su marido. Así serán conocidas como “mujer de
fulanito”. Si
nos remitimos a la Ley de las XII Tablas, en el Derecho Romano el término "manus" era
el poder jurídico que el marido ejercía sobre su mujer. El pater
familias era la figura de quien ejercía autoridad sobre todos
los alieni juris y esclavos sometidos a él: sus hijos y descendientes,
su mujer y las personas sujetas a su tutela o in mancipium. Esa potestad
otorgaba disposición económica, patrimonial y judicial sobre los bienes,
ganancias y disposiciones de la mujer. Es decir, la mujer pasaba de ser
propiedad de su padre a ser propiedad de su marido. El objeto de esta
institución, más social que jurídica, era mantener la familia y la
religión, así como las tradiciones (usos y costumbres), servir al Estado y
mantener la paz. El matrimonio, una vez formalizado, debía mantener una
convivencia durante un año ininterrumpido, previo consentimiento del padre o
tutor de ella. A partir de este periodo de tiempo, el hombre adquiría total
propiedad sobre la mujer. En
la evolución del matrimonio dentro del derecho de familia en numerosas
sociedades, se ha mantenido el nombre como sus orígenes.
Por otro lado, para el desarrollo de este estudio he
acudido a fuentes cinematográficas. En los últimos tiempos se viene incluyendo
en la industria del cine figuras femeninas que aportaron su potencial
intelectual a la sociedad. Así que, en la investigación sobre la forma de
tratar a las mujeres en el cine, encontré el Test de Bechdel. Se trata de un
método para determinar si una película, libro, serie, cómic... cumple con los
estándares mínimos para evitar la brecha de género. En dicha prueba se mide la
presencia de la mujer respecto a la del hombre en los productos culturales,
especialmente en la industria cinematográfica.
En 1985 la dibujante Alison Bechdel diseñó una
tira cómica llamada “Unas lesbianas de cuidado” un argumentario que
incluía 3 requisitos que deben cumplir las películas para considerarse
igualitarias:
1.-Que incluyan al menos 2 personajes femeninos;
2.- Que éstos compartan escena y hablen entre sí;
3.- Que la conversación entre ellas no trate acerca de
hombres.
Así bien, los diálogos de las
películas que cumplan las premisas anteriores se utilizan como herramienta en
Suecia para baremar y evitar las desigualdades de género.
Desde entonces se han desarrollado más test de
actuación con respecto a la integración de las mujeres en las plantillas de
producción de la industria, en la dirección de las mismas y en puestos de
responsabilidad. Asimismo, la evolución de la industria cinematográfica ha ido
incorporando papeles que rompen estereotipos de género y visibilizan a las
mujeres negras en papeles principales de películas, series, obras artísticas,
etc. Estamos cansadas de ver a mujeres con físicos de infarto, perfectas amas
de casa, súper-madres, hipersexualizadas o a hombres paternalistas,
protectores, padres de familia, jefazos, etc.
La guionista Naomi Ko opina que todas las
producciones deberían incluir un personaje no-blanco y que se identifique como
mujer, que hable en 5 escenas como mínimo y debe hablar inglés. Evitar que se
identifiquen solo como personajes migrantes en Estados Unidos de América y
promover la inclusión de mujeres latinas en Hollywood. Además de estos baremos,
deben formar parte del 50% de los puestos detrás de las cámaras: guionistas,
directoras de cine, producción, audiovisuales, maquetación, etc.
Por lo que hemos observado, la Historia se ha olvidado
de las mujeres que han aportado talento a la Humanidad, algunas más citadas y
otras nada valoradas en la actualidad. En nuestras manos queda la labor de
seguir tejiendo redes de apoyo y visibilizar a las profesionales mujeres.
Nadie dijo que fuera fácil.
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